Nuevo (priv.)

Acababan de dejarle en la entrada del instituto y tras besuquearle todo lo que habían podido y más por fin le habían dejado solo. El chico se había sentido aliviado cuando vio alejarse el coche de sus padres pero también sintió un leve temor cuando vio el edificio imponente sobre él.

Había cogido sus cosas y sin pasar a dejarlas en su cuarto habiá subido corriendo a al azotea para estar solo. Aún no quería ni estaba preparado para estar con gente, pensaba él.

Estaba sentado en medio de la azotea, el viento movía sus cabellos. Aquella sensación era la mejor del mundo. Estaba escuchando música con su iPod, el rumor de los coches le producía escalofríos sin poderlo evitar. Escuchaba canciones que había encontrado por casualidad, cero coherencia, cero similitud unas con otras.

Abrió los ojos para mirar la hora. Las horas pasaban sin querer, debería irse o le acabarían llamando la atención. ¿Pero irse adónde? Su habitación estaba vacía, no conocía todavía a nadie allí. Se giró para levantarse, paralizándose al ver que alguien había entrado a aquel lugar. ¿Maletas? Se incorporó y bajó la cabeza, dispuesto a irse para no molestar.

Cuando entró se fijó que no iba a estar allí solo como había esperado y se quedó quieto mirando al chico ajeno. Una ráfaga de viento cruzó la distancia entre ambos haciendo que el olor del más bajito llegara al otro.

Vladimir se tranquilizó incluso alegro, aquel chico era de su misma especie. Vio que se marchaba y sin saber como retenerlo lanzó un tímido:

-hola...-

Se detuvo ante el 'hola'. Giró su cabeza hacia él, los ojos ajenos le dieron a entender que sus especies eran similares. Giró su cuerpo y dio un paso hacia atrás, la cercanía era una de sus debilidades. Le sonrió suavemente, sin saber bien qué hacer.

- Hola.

Señaló hacia la puerta, pero no se atrevió a decir que se iba. Quería quedarse ahí. Miró sus maletas, ¿debía preguntar si era nuevo allí?

Vio que señalaba hacia la puerta pero no vio a nadie y no entendió lo que el otro quería decir.

-Me llamo Vladimir.-

Habló con su marcado acento mirando con curiosidad las orejitas del otro y llevandose una mano a la cabeza palpando su cabello en el lugar donde deberían estar las suyas.

Entrelazó ambas manos detrás de él, y dio un paso hacia delante observándole con curiosidad ante el nombre pronunciado. ¿Vladimir? El pronunciado acento hablaba por él. ¿Y si era cierto? Sonrió y rió para sus adentros, dio un paso en dirección hacia él, cautelosamente.

- Mi nombre es Klaus. - pronunció, en su lengua natal. No tenía por qué ser ruso, pero siendo de las proximidades, algo entendería de aquello.

Se detuvo, no sabía si su mirada y su sonrisa le intimidarían. Movió una orejita con interés, sus dedos jugueteaban entrelazados entre ellos.

Se quedó mirando curioso como movía sus orejitas y como se acercaba a él el chico, no retrocedía pero tampoco avanzaba.

Al oírle hablar en su lengua materna una leve sonrisa apareció durante unos instantes en su rostro.

- También eres de Rusia? yo acabo de llegar de allí.-

Le dijo en la misma lengua.

Capturó esa sonrisa y se la llevó al recuerdo, ampliando la propia. Era un coleccionista de sonrisas, aquello no se podía negar. Y la mostrada, entraba dentro de esa colección infinita. El ruso le agradó, tratar con personas cercanas a ti en la lejanía era más de lo que se podía esperar de ahí. Tal vez aquel instituto era muy conocido en su país natal, sonrió ante ello.

- Lo mismo digo, Vladimir. - le miró, la sonrisa mantenida. - Es agradable encontrarse con personas como tú.

Miró sus maletas, la curiosidad estaba resuelta. Si acababa de llegar, significaba que se quedaba. Estaba seguro de que ya no estaría más solo en aquella institución.

- ¿Quieres que te ayude con eso? - sonrió.

Miró las maletas, ya se había olvidado de ellas y de que aún no se habia instalado. Estaba demasiado emocionado por haber encontrado a alguien parecido a él.

-no tranquilo... no son pesadas es solo que... aún no se que habitación me corresponde.-

Contestó preguntadose también quien sería su compañero... ojala pudiera elegirlo pero no estaba seguro de si se podía o no.

Le miró, su mirada se perdió un instante mientras intentaba hacer memoria de qué había hecho él nada más llegar allí. Había sido apenas unas semanas y no lo recordaba. Movió sus orejitas para intentar interceptar algo y finalmente sonrió, haciendo un gesto de entendimiento con las manos.

- Lo debes preguntar en recepción, el número de habitación. - de golpe se sorprendió, un recuerdo vino a su mente. Que alguien nuevo vendría a su habitación, dijeron. No podía ser.

Se acercó a él y le agarró de la manga, con expresión sorprendida.

- ¡No puede ser!

Se quedó mirando sorprendido al chico que le agarraba de la manga de su camiseta azul oscura.

-No puede ser el que?-

preguntó extrañado.

La sorpresa se transformó en ilusión y la ilusión rápidamente se esfumó. Era probable, pero tampoco significaba nada. Tener un compañero de habitación... miró al chico, sería hacer un nuevo amigo, pero no sabía si aquello era recíproco. Le soltó de la manga.

- Nada. Sólo es que... mi habitación está vacía... y me preguntaba si...

Se cortó, era una línea de pensamientos demasiado evidente. Le sonrió ampliamente, para poder así calmarse un poco.

Dejó su brazo caer pesadamente cuando le soltó. Parpadeó varias veces asimilando lo que el chico le decía y luego le sonrio de nuevo de forma pequeña pero ilusionada. Iba a compartir probablemente habitación con aquel chico que era de su misma especie, de Rusia y... realmente adorable.

Ese último pensamiento le hizo sonrojar levemente y lo intentó apartar rapidamente de su mente.

-Me gustaría mucho... compartir habitación contigo quiero decir.-

Escuchó la afirmativa y sonrió de pura felicidad, sus mejillas se encendieron levemente. ¡Un amigo! O por lo menos, alguien a quien decir 'buenos días' por la mañana. No sabía bien cómo se le daría compartir un cuarto con alguien ya que era algo pudoroso en bastantes ámbitos, pero bueno. Se las apañarían.

Agitó su cabecita.

- Ya estoy haciendo suposiciones de que te vendrás, y tal vez no es así. - le miró y le sonrió. - Estaría genial, Vladimir.

El otro pantera se alegró pero luego calló en la cuenta.

-Cierto... igual no nos ha tocado juntos... pero espero que sí...-

Murmuró por lo bajo. Justamente se acordó que le habían dado un papel con el número de su habitación, pero había estado tan preocupado por otras cosas hasta entonces que ya ni se acordaba.

Metió la mano uno de los bosillos de su pantalón y allí estaba. Le echó una rápida ojeada y se lo enseñó al otro.

-Es esta tu habitación?-

Preguntó esperanzado aunque sin cambiar su gesto serio.

¿Esperaba que sí? Aquello significaban muchas cosas, una de ellas, el hecho de que cada vez le estaba agradando más y más el haber estado en la más absoluta soledad aquel día en la azotea. Le observó curioso revolverse los bolsillos y miró interesado el papel que le ofrecía. Al escuchar la pregunta, rió bajito.

Cogió el papelito entre sus manos sin esperanza de realmente acordarse de su número de habitación. ¡Era nuevo!, y nulo en esa clase de recordatorios. Miró el número sin que realmente se le ocurriera nada.

- Soy muy malo para recordar. - le miró, sonriéndole como disculpa. - Pero puedo intentarlo... - Cerró sus ojos, intentando visualizar el lugar.

Le sonrió levemente en respuesta a la suya, el chico era realmente adorable... le habría gustado tener un hermanito como él pensaba.

Cogió el pequeño papel rozando inintenciondamente la manita del menor sin poder evitar pensar que tenía la piel realmente suave.

-no te esfuerces... podríamos... ir a comprobarlo si eso. Te parece?-

Le dijo intentado sonreírle, aunque le costaba tanto que casi más que una sonrisa se formaba una mueca en su rostro con la que seguramente debía de verse horrible o gracioso, así que dejó de intentarlo.

Abrió uno de sus ojos ante la pregunta, el papel arrebatado de su mano parecía decirle que realmente sería la mejor opción. Conocía cuál era su habitación en su emplazamiento, una esquina, fondo del pasillo, tercera habitación enfrente de las ventanas. Después de aquella escalera, desde luego.

- ¡Por supuesto! - sonrió. Ya sonreía él por ambos, o por la institución entera.

Corrió al lado del chico y cogió una de las maletas entre sus manitas. Sonrió con autosuficiencia, parecía débil y tal vez lo fuera, pero a cabezota no le ganaba nadie.

- Me pido ésta. - miró al chico tímidamente, esperando un 'no' como respuesta. - Vamos, te ayudaré a bajarlas hasta nuestra habitación. - se encaminó hacia las escaleras.

Cogió el resto de las maletas con facildad ya que él si que era bastante fuerte y se acercó al chico alzándo una mano. No iba a permitir que cargara así con sus cosas, no necesitaba ayuda y el aspecto delicado de aquel felino le hacía tener instintos de protegerle y de no hacer que se esforzara en nada.

-Damela, puedo yo solo tranquilamente he cargado con ellas hasta aquí arriba.-

Le sonrió. ¿Acaso pensaba el otro salirse con la suya? Ni en broma, realmente no le conocía bien, o aquello se notaba. Ante la mano tendida, ofreció la suya, entrecerrando sus finos dedos en la palma del chico, manteniendo su sonrisa risueña de siempre. La personalidad de Klaus estaba tan definida, que sorprendía a veces.

- Vamos. - tatareó, tirando de su mano para guiarle hacia la puerta de la azotea. La maleta en su otra mano no pesaba demasiado, se aseguró de haber cogido una pequeñita y manejable.

Vladimir se le quedó mirando incrédulo cuando en vez de devolverle la maleta le tomó de la mano. El chico era capaz de coger al felino con la maleta incluida y llevar todo a cuestas pero aún no tenía la suficiente confianza como para hacer eso sin tener el riesgo de molestar al otro así que se dejó llevar.

Era la primera vez que alguien que no fuera de su familia le llevaba tan confiadamente de la mano, era una sensación agradable así que le siguió gustoso sin hacer ningún amago de querer soltarse.

Sonrió tatareando una de las canciones que había estado escuchando. El rechazo a que le cogiera de la mano no cabía entre sus posibilidades, así que tampoco lo temió. No era tan extraño, al fin y al cabo. Si iban a ser compañeros de cuarto -esperaba- deberían presentar cierto grado de confianza el uno por el otro. Confianza que la panterita ya había cogido.

- ¿Cuál es tu edad, Vladimir? - le miró.

-17.-

Contestó sinceramente mientras iban caminando hacia las habitaciones. Ahora que se fijaba el chico se veía más joven que él...

-Tu?-

Preguntó secamente aunque con curiosidad.

Repetía mil veces Vladimir en su cabeza para no olvidar su nombre, o moriría de la vergüenza. Su memoria tendía a ser frágil en esos aspectos; nombres, números, todo aquello se le escapaba sin querer. Así que no quería que le pasara con el chico.

- También. - contestó sonriente, le agradaba tener la misma edad. Tal vez fueran al mismo curso, con un poco de suerte.

Abrió la puerta que comunicaba con las escaleras. Pasó él primero, sin soltar ni un instante la mano del otro chico.