Tomando un respiro

Amaba las alturas. Las amaba porque en parte era gratamente inmune a ellas, y porque desde lo más alto siempre conseguía las mejores vistas de su alrededor. Se acercó curioso hasta la barandilla, observando toda la explanada bajo él. El viento azotó sus morenos cabellos, sonrió de alegría, tras un largo suspiro bien fundamentado.

Habían sido todo cambios para él, no conseguía acostumbrarse todavía a todo aquello. Mucha gente, todo era demasiado grande para él. Así que le encantaba respirar un poco de la brisa marina que se apreciaba desde aquellas alturas.

El primer día había sido sin duda duro, además que había tenido que soportar a ese estupido y maloliente can. Así que decidió relajarse en el sitio del edificio que seguramente acabaría siendo su favorito: la azotea.

Como buen felino adoraba las alturas y estaba además seguro que sería un sitio íntimo. Nada más abrir la puerta que comunicaba con el exterior vio que no iba a estar solo allí, pero una ráfaga de viento le hizo llegar el olor a felino que desprendía de aquel chico así que se acercó.

-Buenas tardes, que hace un cachorro como tú en el edificio de personal?-

Preguntó extrañado al ver que era un alumno.

Una de sus orejitas se dirigió a la puerta que acababa de abrirse, la compañía le inquietaba. Giró su cabeza al ver que se trataba de alguien mayor que él. Lo peor de ser nuevo es que no podía identificar de quién se trataba, así que sus sentidos se volvían más audaces hacia su persona.

- ... ¿eh?

Sus pensamientos volaron en dirección opuesta a la anterior, preguntándose lo que le había cuestionado el hombre. ¿Edificio del personal? ¿Realmente existía algo como aquello? ¿Cuándo exactamente había cambiado de edificio? Vale, había salido del anterior persiguiendo algo que no recordaba, unas escaleras, unas cuantas puertas... pero nada... Vale, había cambiado de edificio.

- Yo... - extendió sus palmas y las movió en señal de negación, acompañando el gesto con su cabeza. - Está bien... Ya... - señaló en dirección a la puerta y le sonrió nervioso. - Ya me voy.

Marcus se acercó quedando frente al chico para impedirle el paso y que no se marchara. Ahora que lo veía de cerca el pequeño cachorro era realmente adorable a pesar de no ser rubio.

-No tranquilo, me gustaría disfrutar de tu compañía un poco má si no es molestia. Además antes me he cruzado con un asqueroso can y me gustaría poder charlar con alguien de mi especie.-

Le dijo sacando unos instantes sus orejas para que viera que él era un gato.

-Si viene alguien y se queja diremos que es... una consulta al aire libre vale?.-

dijo guiñándole un ojo con gesto de complicidad.

Levantó su cabecita para mirarle, una vez el otro hombre hubiera taponado cualquier huída posible. Le observó con curiosidad, sus orejitas al descubierto y su aroma ahora reconocible fundiéndose con lo salado del mar. Le sonrió, pegando sus brazos a su torso ante la incomodidad del cambio de estaturas.

- Está bien. Aunque nadie me ha parado hasta llegar aquí. - sonrió más amplio. Realmente, no había recordado a nadie en su viaje hasta la azotea. Correr era uno de sus grandes placeres.

Una brisa movió ambos cabellos. Dio un ligero paso atrás para mantener las distancias, la compañía seguía inquietándole. Le miró curioso, ante las palabras dichas.

- ¿Es usted médico? - se refería, por lo de 'consulta'.

Vio que al chico le inquietaba su presencia, seguramente era nuevo o no estaba acostumbrado a estar con gente, o puede que ambos factores al mismo tiempo.

Se acercó hacia la barandilla apoyándose en ella.

-No, soy psicologo mas bien. El nuevo psicologo escolar. Tú también eres nuevo verdad?-

Le preguntó con su tono más sereno y suave y con una pequeña sonrisa tranquilizadora en el rostro, quería que el pequeño cachorrito cogiera confianza...

Le siguió con pasitos cortos, quedando atrasado en comparación con la barandilla. Cerraba sus puños alrededor de sus mangas, moviendo sus brazos algo inquieto. No conseguía calmarse, era bastante inquieto en cuanto a las primeras sensaciones sobre alguien. Captó la pequeña sonrisa, convirtiendo así sus facciones en una sonrisa tan amplia como la pronunciada anteriormente. Era demasiado vulnerable hacia aquellas muestras, y se contagiaba enseguida de ellas.

- Así es. - asintió. Llevó una mano a sus labios, mirando inquieto en todas las direcciones. - Es por ello que me he perdido... - devolvió su brazo a su torso, sonrió. - Lo siento.

Movió su tobillo ligeramente, dirigiendo la mirada hacia el paisaje. Devolvió su mirada hacia el psicólogo.

- Tengo cierto terror a los que han estudiado cómo manipular la mente humana. - rió bajito, sin dejar de mirarle.

Marcus le miró y tubo que dedicar unos instantes a controlarse para no lanzarse sobre el chico y violarlo allí mismo. Pero ese no era su estilo... primero tenía que coger confianza en él.. y luego le seduciría.

-Tranquilo no te disculpes, yo también estoy algo desorientado aún.-

Contestó y se acercó unos pasos hacia él.

-Yo no he estudiado como manipular la mente humana, lo que he hecho a sido estudiar la complejidad de la mente humana para que cuando alguien tenga problemas de ese tipo poder ayudarle.-

Le contestó mirándole directamente a los ojos.

Le correspondió, suavizando su expresión y sin moverse un centímetro de su posición cuando sintió que el hombre se acercaba a él. Levantó la cabeza para seguir mirándole, manteniendo su sonrisa como complicidad al ser ambos nuevos y estar en las mismas condiciones. Aquello le agradaba.

- No le creeré. - rió, sacándole momentáneamente la lengua. No sabía si realmente le creería o no, pero era divertido jugar así.

Giró su torso para observar un pájaro que atravesaba el cielo, sus instintos hicieron que se girara y saltara en su dirección aunque el otro animal estuviera a gran distancia. Rió muy divertido, todavía era joven para ello. Volvió a paso ligero hasta la barandilla, esta vez asomándose a ella.

- ¿Cómo se llama? - giró su cabeza y le sonrió.

Siguió con sus felinos ojos al chico en cada gesto, que hacía que el albino tubiera cada vez más ganas de poseerle pero sabía que cuanto más esperara más lo iba a disfrutar.

Se acercó a él con pasos felinos colocándose a su lado.

-Marcus Westcliff. Y tú? pequeño cahorrito?-

le preguntó sonriéndole

Marcus Westcliff lo recordaría por si alguna vez necesitara ayuda. Siempre estaba bien tener a un adulto de tu parte si las cosas iban mal, además siendo el psicólogo... ¡tal vez le ayudara en ciertas cosas! Si fuera el caso. Le sonrió, aferrando la barandilla con ambas manos.

- Me llamo Klaus Ukhov. Klaus. - el apellido, ¿para qué? No servía para absolutamente nada.

Se asomó para mirar el suelo, le agradaba aquella altura. Volvió a su posición inicial, se estaba comportando como un niño. Devolvió las mangas a sus puños apartándose de la barandilla y se separó, sonriéndole sin realmente nada que decir.