Otra hora más de clase, tenía suerte de que aún no hubieran reparado en su persona largamente. Llegó hasta el aula y entró con lentitud, quedándose sorprendido al percatarse que el profesor era como él. No sabía que eso pudiera pasar, pero al menos ya tenía esa certeza.
-Buenos días profesor -se sentó en un pupitre, inclinando levemente la cabeza al otro alumno que allí había. Seguía sin conocer a nadie, no había hecho aún ningún amigo y temía que siguiera así todo el tiempo que permaneciera allí. Con lo tímido que era le resultaría demasiado difícil entablar amistad con alguien.