El hombre irrumpió en la sala casi desierta, supuso por los papeles tirados, los sacos colgados, las tazas de café vacías, que sería la sala de profesores.
-Soy el profesor sustituto...-murmuró, quitándose los lentes de lectura aunque no hubiese nadie para recibirlo.
Colgó el abrigo en el perchero y dejó la carpeta de hojas sobre la mesita, para tomar asiento.